En 1940, a medida que la guerra se recrudecía, el Reino Unido estaba repentinamente muy hambriento de aviones, y necesitaba el mayor número posible de ellos lo antes posible. Para maximizar la producción y reforzar la Real Fuerza Aérea, el gobierno decidió emplear a fabricantes secundarios para producir diseños probados en el tiempo mediante acuerdos de fabricación bajo licencia. Una de las empresas empleadas por el Ministerio del Aire era English Electric: no fabricaba diseños contemporáneos, pero al menos no era completamente nueva en el negocio de los aviones.
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